Una ciudad que inspira: grandes bloques llenos de vida donde apenas alcanzas a distinguir el cielo, por lo que sus habitantes no tienen más remedio que ser los verdaderos protagonistas; no es fácil despistarse con la luna, las estrellas o una bonita puesta de sol. Los puestos callejeros, los hombres trajeados comiendo un perrito caliente por la calle y sentados en cualquier banco o poyete, quienes llenan de vida las calles de neón.
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